Series: crítica de «La mesías», de Javier Calvo y Javier Ambrossi (Max)

Series: crítica de «La mesías», de Javier Calvo y Javier Ambrossi (Max)

Dos hermanos adultos repasan una infancia y adolescencia problemática en la que vivieron bajo el yugo de una madre muy particular. Con Lola Dueñas, Carmen Machi, Roger Casamajor, Macarena García, Albert Plá y Cecilia Roth. Estreno: 29 de abril, en Max, un episodio cada lunes.

Temática y formalmente ambiciosa, arriesgada en lo tonal y en lo que respecta a sus giros dramáticos, LA MESIAS es una serie excesiva en todo sentido: en su carga emocional, en sus connotaciones históricas, en su inesperado humor, en su extensión y en los corrimientos hacia los bordes de la cultura pop, clásicos en la obra de la dupla conocida como «los Javis», responsables también de PAQUITA SALAS y VENENO, entre otras series y películas. Y si bien esos excesos en algún que otro momento pueden jugarle en contra, la serie está a la altura de su ambición, impacta al espectador con todo el espesor novelístico de su saga de décadas.

Todo empieza en la zona cercana a Monsterrat, una montaña catalana con fama de ser un lugar de apariciones extraterrestres –los días 11 de cada mes se reúnen personas que dicen haber sido abducidas y otras que quieren avistar ovnis– y una región con una fuerte carga religiosa ligada al Monasterio local. Allí está Enric (Roger Casamajor), un técnico de cine filmando un documental que queda shockeado al ver en la televisión un video bastante bizarro de un grupo de chicas jóvenes llamado las Stella Maris cantando una canción religiosa. Y mientras se contacta con Alicia (Cecilia Roth), una de las «abducidas» y tiene un encuentro sexual furtivo y frustrado con ella, empieza a contarse su historia. Y a atar los cabos con ese video que lo impactó.

La serie regresa varias décadas y ahí vemos a un Enric pequeño junto a su hermana Irene, ambos escapándose con su madre, también llamada Montserrat (Ana Rujas, de joven), de un padre agresivo y violento. Montse es una joven con ganas de salir y divertirse que casi no les presta atención a sus hijos y los hace vivir varias situaciones incómodas a partir de su alcoholismo y sus encuentros sexuales. Todo va de mal en peor en sus vidas y, ya en situación extrema, la mujer termina siendo convencida por Pep, un señor religioso y mayor que ella (encarnado por Albert Plá) para acercarse a la fe. En poco tiempo, Montse y sus dos hijos se irán a vivir a una finca con el tal Pep, lo que será el principio de un trip místico religioso. Y de una suerte de vida monacal y encerrada.

La historia tendrá muchos giros e idas y vueltas entre el pasado y el presente, pero para no adelantar mucho respecto a su sorprendente trama solo basta contar que, ya más grande, Montse (interpretada en esos episodios por Lola Dueñas) tendrá una revelación religiosa y dirá que Dios se comunica con ella. A la par, la pareja tendrá una media docena de hijas más que, a diferencia de Enric e Irene, nacerán ya en el encierro, conociendo el mundo solo a partir de la delirante mirada de sus padres. En el tiempo presente, mientras Enric trata de averiguar qué fue de la vida de su madre y de sus hermanas convertidas en grupo musical religioso con la idea de rescatar a las chicas de allí, Irene (ya en la piel de Macarena García) se verá también forzada a lidiar con un pasado que ha mantenido oculto hasta de su marido.

Eso, en unas breves pinceladas, es el punto de partida de la extraña saga de acontecimientos de LA MESIAS, una serie que lidia con la religiosidad extrema y las sectas en las que pueden derivar, los abusos y la violencia familiar, las madres desmesuradas, las rupturas familiares y las consecuencias psicológicas de haber vivido buena parte de la vida en una suerte de prisión turbulenta controlada por fanáticos religiosos. Los «Javis» le sumarán a eso, a cuentagotas, esa mitología ligada a los extraterrestres y toda otra serie de «filosofías» de vida –llamémoslas de autoayuda, de sanación o ligadas a terapias alternativas– que irán abriendo las puertas hacia otros mundos en los que se mueven personas que han tenido infancias o vidas traumáticas.

En más de un sentido, LA MESIAS es una serie sobre gente rota, dañada, perjudicada de por vida y con heridas casi imposibles de subsanar. Y si bien Enric es el hilo conductor de esa búsqueda (concreta en lo familiar y más «espiritual» en el fondo), todos los personajes en distintas formas lidian con esas experiencias emocionalmente devastadoras. Los hermanos son los narradores de la historia, pero el personaje que se traga la serie y que le da título es Montse, una madre brutal y dominante que cambia varias veces a lo largo de su vida, pasando de una joven «pasada de rosca» a una adulta mística para luego ser una señor más mayor (Carmen Machi la encarna en esa etapa) y algo cambiada. El hecho de cambiar de actrices a lo largo de su vida –y de elegir a tres que se parecen poco y nada entre ellas– tiene sentido si se lo analiza a la luz de los giros del personaje.

En el medio de este intensísimo culebrón familiar-religioso, LA MESIAS colará referencias a la cultura pop, empezando por los videos de las Stella Maris (que se basan en un caso real) y luego ampliándolo con la música que se escucha como banda sonora (ver abajo), las pocas películas que logran ver los chicos (CANTANDO BAJO LA LLUVIA es un hit en sus diversas casas) y los diversos eventos –fiestas, raves, encuentros místicos y así– que van marcando los cambios en el mundo real, ese que existe por fuera de la complicada familia religiosa que protagoniza la serie y es el núcleo de los flashbacks de la trama. La serie tendrá tres ejes constantes –el presente de Enric, el de Irene y el pasado de todos juntos– y a lo largo de los episodios irá yendo y viniendo entre uno y otro.

La serie es indudablemente extensa y recargada (los siete episodios promedian los 70-75 minutos cada uno y se sienten a veces como películas individuales), y tiene una innegable cantidad de reiteraciones y subrayados, pero la propuesta en sí –y obviamente la historia–es tan desmesurada, que esa voracidad entra como parte del gesto formal de la serie. Los Javis parecen decir: a situaciones dramáticas intensas, soluciones doblemente intensas. Y esa recarga narrativa y tonal –que sobre el final puede jugarle una mala pasada– se integra por lo general bien con lo ambicioso de la propuesta.

Una serie sobre traumas y los distintos caminos que la gente recorre para intentar superarlos, LA MESIAS logra darle carnadura y emotividad a una serie de tópicos que, en otras manos, podrían dar como resultado algo maniqueo o ya visto. No es una serie sobre los delirios de la religiosidad extrema ni mucho menos: a lo largo de los episodios queda claro que eso es solo una parte de un combo mucho más amplio y abarcador. Los Javis se dejan atravesar por las ambigüedades –en ese sentido, las experiencias de las víctimas de abusos tienen algo parecido con las del protagonista de BEBE RENO— y procesan de una manera no lineal ni obvia las consecuencias de esos daños. La gente herida hiere gente, las personas rotas rompen a otras y esa cadena de dolor parece no terminar nunca.