Estrenos: crítica de «Goyo», de Marcos Carnevale (Netflix)

Estrenos: crítica de «Goyo», de Marcos Carnevale (Netflix)

Esta comedia dramática se centra en la relación entre un hombre con Síndrome de Asperger y una mujer que atraviesa una difícil situación personal. Con Nicolás Furtado, Nancy Dupláa, Soledad Villamil, Pablo Rago y Cecilia Roth. En cines, desde el jueves 27 de junio y en Netflix a partir del viernes 5 de julio.

Una película simple y emotiva, convencional y amena, GOYO es un intento por parte del muy prolífico realizador y guionista Marcos Carnevale (que ha filmado desde ELSA Y FRED a CORAZON DE LEON, pasando por ANITA, quizás la película que más tiene que ver con esta) de mezclar drama familiar y algo así como comedia romántica centrada en una posible pero complicada historia de amor entre un joven neurodivergente (tiene Síndrome de Asperger) y una mujer, madre de dos hijos, que atraviesa una complicada situación ligada a la violencia de género.

El uruguayo Nicolás Furtado encarna al tal Goyo, un tipo de autista savant en la línea Dustin Hoffman en RAIN MAN. Es guía en el Museo Nacional de Bellas Artes –sabe todo los detalles de cada cuadro que se exhibe allí y tiene una memoria y una lógica interna incuestionables–, pinta en sus ratos libres y vive con sus dos hermanos mayores: Matute (Pablo Rago), un exitoso chef, y Saúla (Soledad Villamil), una pianista clásica. El primero lo insta a salir y tratar de hacer contacto con gente –muchas de las conversaciones entre ambos son de índole sexual– mientras que ella lo cuida más y se preocupa cada vez que le nota alguna diferencia de ánimo o actitud.

Es que es eso, justamente, lo que empieza a sucederle a Goyo. Al museo ha entrado a trabajar Eva Montero (Nancy Dupláa), una mujer mayor que él a la que Carnevale muestra en su intimidad como una dedicada y sufrida mujer de bajos recursos y madre de dos chicos, un adolescente con el que no se lleva bien y uno más pequeño y simpático. Pero el mayor problema lo tiene con el ¿ex? marido (Diego «El Pollo» Alonso), un tipo agresivo y violento que la maltrata verbal y físicamente. Y Goyo, cuando la ve, queda flechado, casi poseído por ella.

Es así que la empieza a pintar y, como no sabe de qué modo acercársele, la persigue en la calle, generando una confusa situación, incómoda para ambos. Finalmente logran establecer una relación cálida que se irá volviendo más compleja, emotiva y romántica cuando tengan una cita. De allí en adelante se mezclarán situaciones amables y simpáticas entre ambos, pero primarán los problemas, las complicaciones, la reaparición de personajes que parecían olvidados y algunos problemas lógicos ligados a las diferencias entre ambos que no pasan solo por el tema del Asperger.

GOYO es tal cual el tipo de relato que uno imagina al leer la propuesta. Una película que no se sale del cuentito clásico sobre situaciones de este tipo, pero que –más allá de ciertos fallidos intentos por un humor procaz que puede ser realista pero queda fuera de lugar en contexto– está trabajada con respeto y también con cierta ligereza. Ciertos diálogos son un tanto mecánicos y plagados de moralejas, lo mismo que la puesta en escena que abusa de ciertos clichés del melodrama romántico, pero el realizador logra mantener toda la propuesta dentro de los parámetros de lo accesible.

No hay intentos de Carnevale de salirse de las normas más previsibles para este tipo de relatos pero aún así consigue algunos momentos emotivos gracias más que nada al trabajo de Dupláa. La actriz interpreta a una mujer golpeada por la vida que descubre en la nerviosa pero amable ternura de Goyo un espacio de paz y seguridad, aún con las complicaciones del caso, ya que el joven no está preparado para el tipo de vaivenes emocionales que involucra una relación amorosa.

GOYO podrá ser una película sobre «temas candentes» –las complicadas vidas de las personas neurodivergentes, las consecuencias psicológicas de la violencia de género y algunos traumas familiares que en este caso involucrarán a Cecilia Roth en el último tramo del film–, pero está hecha con cierta sensibilidad y respeto por sus personajes. Quizás no sea mucho pero, en tiempos de inusitada crueldad, un poco de cariño por el ser humano se agradece.