Series: crítica de «HERMES IAI y los 13: el robo de las manos de Perón», de Juan Fernández Gebauer y Laura Durán (Flow)

Series: crítica de «HERMES IAI y los 13: el robo de las manos de Perón», de Juan Fernández Gebauer y Laura Durán (Flow)

Esta serie documental de cuatro episodios investiga el misterioso robo de las manos del General Juan Domingo Perón que tuvo lugar en 1987. Disponible en Flow.

El robo de las manos de Perón, que tuvo lugar en junio de 1987, es uno de esos tantos casos resonantes de la Argentina que, con el paso del tiempo, se van volviendo absurdos, perdiendo seriedad, cayendo en el ridículo y, finalmente, en el olvido. Esta serie documental lo recupera, lo contextualiza, aporta datos y teorías al respecto de manera entretenida, por más que finalmente termine cayendo en las mismas teorías conspirativas que terminaron por hacer derrapar el caso en sí.

Con un estilo muy similar al de las series de Netflix, HERMES IAI Y LOS 13 –el título hace referencia a la misteriosa firma que llevaba la carta que pedía «rescate» por la devolución de las manos del ex presidente argentino– combina entrevistas, material de archivo, muchos planos urbanos hechos con drones en un formato propio del true crime que, si bien no es original, tiene un innegable atractivo comercial, dejando pistas abiertas de un episodio a otro, apilando opciones y posibilidades de resolución que prueban la mayor parte de las veces ser caminos a ninguna parte.

El problema de estas series es que tienden a caer en lo mismo que los casos que analizan. Con tal de «mantener entretenidos» a los espectadores hacen algo similar a lo que hace la prensa ante casos policiales impactantes: los estiran, los deforman, los llenan de caminos absurdos y corren el riesgo de llegar al final con el espectador ya sin tanto interés en ver quién cometió el crimen y por qué. En este caso, quién o quiénes entraron al cementerio de Chacarita, a la cripta en la que estaba enterrado Perón y se llevaron sus manos, el sable y seguramente algunos recuerditos más.

Lo más interesante de la serie pasa por contar el caso en sí y el contexto en el que sucedió, algo que el documental hace de manera eficiente. La presidencia de Raúl Alfonsín entrando en declive, las revueltas y conflictos con los militares (la rebelión carapintada liderada por Aldo Rico), el trabajo sucio de la llamada «mano de obra desocupada», los conflictos con la CGT de Saúl Ubaldini, las operaciones de los Servicios de Inteligencia y otros de los temas que en ese momento ocupaban la agenda cotidiana.

En medio de eso, casualidad o no, aparece la noticia de la profanación del cadáver de Perón, realizada por una banda de delincuentes que ingresa a la cripta en cuestión, se llevan las manos y poco después envían una carta a máquina pidiendo ocho millones de dólares para entregarlas, firmadas con el nombre que da título a la serie. Esa firma, entre otras cosas, dará pie al costado esotérico de la búsqueda, algo muy ligado a la liturgia peronista y que también fue tema cuando desapareció el cadáver de Eva Perón, varias décadas antes.

Uno de los ejes del relato será el juez que investigaba el caso, Jaime Far Suau, cuya suerte radicalmente cambió desde que se hizo cargo del tema. Y otro, que aparecerá más adelante, estará ligado a Licio Gelli y la Logia P2 de la masonería, involucrada en más de un sentido en la historia política argentina. La temática servirá para que el documental haga repasos demasiado veloces –y curiosamente musicalizados como si fueran videoclips– de la historia del peronismo en la Argentina, desde el ascenso de Perón a su regreso en los ’70, pasando por la vida y muerte de Evita, las supuestas conexiones con refugiados nazis y los dineros de ese regimen, la proscripción del justicialismo y las distintas dictaduras militares que lo siguieron.

El caso es fascinante y los materiales de archivo son excelentes, lo mismo que algunos de los testimonios que aportan especialistas y personas ligadas al irresuelto asunto. Es cierto que, cuando se ponen en juego varias teorías conspirativas un tanto absurdas, uno siente que la serie está tirando de la cuerda más de lo que la cuerda da, pero ese es un problema ya habitual de este tipo de formatos, que suelen apilar pistas para mantener atento e intrigado al espectador. La historia argentina, de todos modos, da hasta para tomarse en serio hasta las más ridículas. Los que dudan solo deben mirar la situación política actual para comprobar que en este país puede pasar, literalmente, cualquier cosa.