Estrenos online: crítica de «This Closeness», de Kit Zauhar (MUBI)

Estrenos online: crítica de «This Closeness», de Kit Zauhar (MUBI)

Una pareja alquila un Airbnb y debe lidiar con el anfitrión, que también vive ahí y con el que atraviesan una serie de incómodas situaciones. Estreno de MUBI.

El espacio es fundamental en las vidas de las personas, en sus relaciones. En THIS CLOSENESS, el espacio (o la falta de él) es el núcleo en el que se desarrollan las acciones de los protagonistas. Pero más allá del dato puntual de la trama, que fuerza a tres personas a convivir en un departamento pequeño, es una de las constantes de la vida moderna. Lo curioso o paradójico de esa falta de espacio es que convive con la incapacidad de las personas de conectar íntimamente con los otros, de salir de su propia caparazón, como sea que se haya construido. Esta fricción entre estar solo o acompañado, entre compartir cosas personales con los otros, entre conocer a los extraños o burlarse de ellos, es central en la segunda película de la directora y protagonista Kit Zauhar, tras su opera prima ACTUAL PEOPLE.

Zauhar encarna a Tessa, una chica que vive con su novio Ben (Zane Pais) en Nueva York y con el que viaja por un fin de semana a Filadelfia con motivo de la reunión aniversario de él, oriundo de esa ciudad, con sus compañeros de secundaria. Ambos alquilan un Airbnb de bajo presupuesto, de esos que tienen que compartir con el dueño de casa. La pareja llega, ve el lugar, considera que no es tan atractivo como parecía en la web y hace algunos comentarios ásperos al respecto. Todo esto sin saber que en uno de los cuartos está Adam (Ian Edlund), que vive allí y en realidad es amigo de un tal Lance, el que les alquiló en departamento.

Adam es tímido al punto de lo antisocial. Se queda casi todo el tiempo en su cuarto jugando a la Playstation o, explicará luego, editando videos para una empresa deportiva. Cada vez que se cruza con la pareja en el living las charlas son breves e incómodas. Adam solo logra decir un par de palabras y se vuelve a meter en su pieza, casi furtivamente, como escapándose. Tessa y Ben un poco se ríen de él y lo tratan como un freak sin darse cuenta que es muy posible que él los esté escuchando.

Pero no todo funciona bien en la pareja: Ben está entusiasmado con la reunión del décimo aniversario de la graduación y a Tessa le importa muy poco todo ese mundo. De hecho, cuando él sale con amigos la noche previa, ella se va a caminar por su cuenta. Cuando regresa, se encuentra con que Ben ha vuelto a la casa con una amiga de las viejas épocas y están bebiendo en el living del hogar, lo que genera una situación claramente incómoda. Incomodidad que se irá acrecentando con el paso de las horas, lo mismo que las discusiones.

De hecho, y a partir de esas tensiones, Tessa, que se dedica a hacer videos de YouTube de ASMR (para los que no saben qué es, aquí hay una explicación de este nuevo fenómeno), empieza a sentirse más conectada con el dueño de casa, con el que parece tener más cosas en común que con su un tanto más convencional novio. Y eso es el principio de una serie de tensiones entre los tres que se irán desarrollando a lo largo del relato, que transcurre casi por completo en ese piso de Filadelfia.

Esta microhistoria de tres veinteañeros que comparten un pequeño Airbnb puede sonar demasiado minimalista aún para los amantes del cine indie norteamericano. Pero no lo es. En un formato que tiene algunos puntos en común con el movimiento llamado mumblecore, lo que Zauhar hace es presentar una serie de conflictos de tres personajes que representan algo así como tres modos distintos de adaptarse (o no) a la vida contemporánea.

Ben parece funcionar cómodamente en un mundo «clásico», de amigos de la adolescencia, salidas a la noche a beber y flirteos con viejas amigas que gustaban de él en el colegio. Tessa se ubica en un punto intermedio, ya que si bien todavía se siente cercana a esos seres solitarios y un tanto atormentados como Adam (ella cuenta que en la escuela era víctima de bullying) se ha integrado a una vida social más normal con su pareja. Adam es el que por ahora no ha logrado salir de ese caparazón y encierro, algo que lleva a que Ben se burle de él y que Tessa vaya girando en su manera de tratarlo. No es casual, de hecho, que Adam quede fascinado con el mundo del ASMR y lo que involucra.

Cualquiera que tenga –o haya tenido– roommates, o alquilado un piso junto a desconocidos que viven ahí, se podrá identificar con las incomodidades cotidianas: los ruidos que hacen él o los otros, cuando tiene/n sexo, el tiempo que pasa/n en el baño o cómo distribuye/n sus cosas en la heladera, entre otras minucias que tienden a generar tensiones entre personas que no se conocen mucho y que comparten unos pocos metros cuadrados. Pero lo central aquí pasa por pensar en el espacio y en la cercanía entre los tres como un micromundo –o una metáfora– para hablar de sus personalidades y formas de enfrentar las relaciones y la vida en general.

Con tres actores que resuelven muy bien las muchas veces incómodas situaciones en las que se ven involucrados –prácticas, pero más que nada emocionales– y con una realizadora que sabe observar muy bien como pequeños gestos, ciertas palabras o hasta el tacto pueden generar tensiones, acercamientos o distancias, THIS CLOSENESS es un relato complejo y sutil, que parece apostar por algún tipo de suspenso ligado al encuentro con este ser extraño pero que termina generando tensión por otro lado. Aquí son las palabras o los silencios las formas en las que se manifiesta algo que se parece bastante al terror.